PIEZA DEL MES ARQUEOLOGÍA

JUNIO 2021

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Número de Catálogo: 07.0-02342


Copa del colibrí


En esta delicada vasija se presenta a un colibrí posado sobre una copa que podría representar una flor. No es posible identificar la especie del ave, por el color azul podría tratarse de un ejemplar procedente de las zonas de Ecuador, Colombia o Perú donde habita la Coruscans Rutilante, o de Perú hogar de la Campylopterus Villaviscensio, ambas especies exhiben profusamente esta coloración. Entre los Chimú de la costa Este de Perú se le asoció con la sagrada turquesa. La imagen azul del pajarillo pudo introducirse entre los mixtecos durante el Posclásico junto con la tecnología orfebre procedente de estos centros. También es probable se trate de la libertad de expresión del ceramista, quien lo pintó del tono de la venerada piedra.

La copa formó parte de una numerosa y fastuosa ofrenda. Fue depositada a la izquierda del difunto de la tumba 1 de Zaachila, en el valle de Zimatlán, importante ciudad que, a la caída de Monte Albán, recibió un prestigioso linaje gobernante y se estableció como sede del poder político en los Valles Centrales. El sepulcro en cuestión está fechado en 1225 d.C.

La copa es del tipo códice, mostrando diversos diseños simbólicos. En dos franjas se trazaron grecas escalonadas que representan esquemáticamente serpientes, animal sagrado. En la banda cercana al borde se pintaron a detalle animales alter ego de los dioses: un jaguar, dos águilas y un tlacuache. En el borde de la vasija se posa un colibrí en actitud de prepararse a libar. Es esta copa por su exquisitez y diseño uno de los ejemplares más sobresalientes de la cerámica policroma mixteca.

La importancia de este pajarillo en el mundo de los muertos se enfatiza en un muro de la tumba 1, donde se le modeló en vuelo, mostrando la creencia de la inmortalidad de esta avecilla que podía entrar y salir del inframundo. Al colibrí se le asociaba con los guerreros, curiosamente es un ave bastante agresiva y territorial; con la nobleza, quienes exhibían sus plumas en sus atuendos; con el sol, por la iridiscencia que lo distingue; con el arcoíris, por el colorido de su plumaje; con la fecundidad por la abundancia de flores que favorece y con la resurrección por aparecer y desaparecer en temporada de lluvia y de secas, simbolizando vida y muerte. Ayer y hoy, el colibrí está rodeado de leyendas, magia, misticismo y admiración. 

Dra. Martha Carmona Macías
Curadora-investigadora, MNA