GABINETE DE LECTURA

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El Obispo Zumárraga y los principales ídolos del templo mayor de México
Zelia Nuttall

Este es el texto que Zelia Nuttall leyó en el seno de la sociedad científica Antonio Alzate, durante la sesión del lunes 10 de octubre de 1910. Más adelante apareció en el tomo XXX de las Memorias de esta misma sociedad, correspondiente a los años de 1910-1911, versión que aquí se ha respetado con el fin de apreciar el español escrito de Nuttall. Una segunda versión, corregida y aumentada ligeramente, apareció en el tomo VIII del Journal de la Société des Américanistes (1911). Nuttall omitió la referencia exacta del proceso que aquí refiere, tanto en su conferencia como en la versión en francés de la misma. Miguel Noguez, en cambio, precisa lo siguiente: “El legajo pertenece a la colección del Archivo General de la Nación, ramo Inquisición, tomo 37, expediente 3bis. Aparece bajo el título de "Proceso del fiscal del Santo Oficio de la Inquisición, contra Miguel indio bezino de México que en su lengua se dice Pochteca Tlaylótlatl, secretario Miguel López. Idolatría". La pintura fue removida del expediente y ahora se guarda en la mapoteca de la misma institución, con el número de catálogo 4.848, 979/2652” (Arqueología Mexicana, núm. 141, octubre 2016.)

 

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Hace casi dos años que encontré en un tomo que saqué de un rincón obscuro y polvoso del Archivo Público de la Nación, el manuscrito original de una parte de un proceso de la Inquisición que contiene algunos datos enteramente desconocidos y de sumo interés para la historia de México. En el Congreso de Americanistas leí la traducción de unos extractos de este proceso que está, desgraciadamente, incompleto y del cual encontré, más tarde, una segunda parte en otro tomo, adonde está erróneamente designada, como formando nuevo proceso.

Como varios de mis estimados colegas y consocios de esta honorable Sociedad Científica “Antonio Alzate”, a la cual tengo el honor de pertenecer desde hace muchísimos años, han manifestado su interés en conocer dicho proceso, tendré el gusto de presentarles un resumen de él, y de leerles unos extractos del texto español del original, en esta sesión conmemorativa de su vigésimo sexto aniversario.

El dicho proceso fue conducido, en el año de 1539, por el fiscal del Santo Oficio, de los asuntos del cual estaba encargado entonces el Obispo Fray Juan de Zumárraga, contra un indio, y vecino de México, acusado de idolatría. El reo se nombraba Miguel, del cual el texto nos dice que en su lengua se llamaba Puchtecatl Tlaylotzin. Como se verá, el verdadero objeto del proceso, era el de averiguar a dónde habían escondido los Mexicanos, después de la matanza de la flor de su nobleza, por Pedro de Alvarado, en Mayo de 1520, los cinco ídolos principales del Templo Mayor de México.

El primer documento es el que sigue:  

En la gran ciudad de Temixtitan, Mexico, desta Nueva España, Viernes, el dia 20 del mes de Junio del año del nascimiento de Nuestro Señor Jesu Xpo de 1539... el Reverendisimo Sr. Dr. Fray Juan de Zumarraga, primer Obispo desta cibdad de Mexico, del Consejo de su Magestad e Inquisidor apostolico contra la eretica pravedad y apostasia en esta dicha cibdad e en todo su Obispado, por ante mi, Miguel Lopez de Legaspi, secretario del Santo Oficio de la Inquisicion, estando en audiencia del Santo Oficio
dixo: que por quanto a su noticia es venido, porque dello le dio relacion Mateos, yndio pintor, vezino de Mexico, que cuando esta cibdad se torno a ganar los ydolos que en ella abia en el qu del Ochilobos desta cibdad, con otros muchos demonios que ellos adoraban, los quitaron del dicho qu y llevaron a casa de Miguel, yndio, vezino asi mesmo de Mexico, y porque, si los dichos ydolos se allasen seria muy gran servicio de dios y bien de los naturales destas partes y se cree y tiene por cierto se desarayzaria y enjertaria mas de verdad a desarayzar su ynfidelidad e ydolatria, porque, teniendolos alli se presume tener el corazon mas alli que a las cosas de Nuestra Santa Fe, y donde deben,

Mando que en este Santo Oficio se haga dello ynformacion para punir e castigar al... que lo an encubierto o sabe dellos y no lo an venido a declarar siendo Xpiano bautisado, con aquellos que lo fueren.
La dicha información se tomó e hizo en la forma o manera siguiente:
Después de lo susodicho, en este dicho, dia, etc., hizo parezer ante si Don Mateo, yndio, natural de Mexico, de la Colacion de San Juan, quien juro segun forma de derecho... e siendo preguntado por lengua del Padre Fray Alonso de Santiago lo que deste caso sabe, dixo que... es queste que declare es hijo de uno que se dezia Atolatl, vezino de la cibdad de Mexico, que fue muy probado de Motesçuma y persona a quien el dicho Motesçuma dio parte de sus secretos. Y que el dicho su padre tenia un ydolo envuelto al que adorava, muy pesado, que nunca lo desataban, sino que lo adoraban y que ninguno, aunque fuese muy principal, lo desataba por reverencia que le tenian y porque dezian que quien lo desatase se moria.
Y que este envoltorio el dicho su padre lo llevo a Escapuçalco a casa del Cacique de alli, en el tiempo que se gano esta cibdad de Mexico de los xpianos, y lo puso en casa de aquel cacique que se decia Oquiçan, adonde lo tuvieron cierto tiempo en mucha veneracion, encubierto, que sabe mas el dicho Señor Cacique de Escapuçalco, y un principal suyo que se dice Tlilantzin.
Que dieron a su padre de este testigo a guardar otros quatro ydolos que se decian, el uno Quesalcotal, el otro Telpuchtli, el otro Tlaltlauqui Tezcatepocatl y el otro Tepehua, y que este testigo y un hermano suyo que se dice Pedro dezin entre si: de donde an traido estos Señores estos ydolos! Y que en este tiempo fue el Marques Capitan de la razon de los Xpianos a la provincia de Hueymula y llevo con el cacique de Escapuçalco y a su principal Tlilantzin, y al padre de este testigo, y antes que fuesen, los dejaron muy encargados los dichos ydolos. El que el dicho su padre murio estando el Marques en la dicha guerra de Hueymula e que despues vino nueva como el cacique de Escapuçalco y Tlilantzin eran muertos en la guerra de Hueymula. E que entonces un viejo que se dice Nahueca dixo a este testigo y a su hermano: “Pobrecitos de vosotros, ya sabeys como el cacique de Escapuçalco y Tlilantzin e vuestro padre son todos muertos!”
Porque el dho. Nahueca hera principal viejo y que tenia cargo de las cosas de Tlilantzin. Dixo a este testigo y a su hermano:
“Ya sabes que tenemos a estos dioses a cargo, guardemoslos para si, en algun tiempo, nos los demandasen los Señores”.
E que en este tiempo mandaba en Mexico un Señor que se dezia Tlacuchcalcatl Nanauacatzin, y este principal y el Señor de Tula que se decia Yzçalcuetzin embiaron una noche por los ydolos a Escapuçalco con dos yndios que se dicen, el uno Coyoque y el otro Calnahuacatl, los cuales fueron al dicho Nahueca, que los Señores de Mexico y Tula pedian los dichos ydolos y el dho. Nahueca le dixo a este testigo y a su hermano como venian por los ydolos, y ellos dixeron que se ynviesen y asi los ynvieron, y este testigo y su hermano vinieron con ellos.
Y los llevaron en esta cibdad en casa de Puxtecatl Tlaylotla que agora se dice Miguel, y alli los dixeron que fuesen a dormir en casa del dho. Coyoque que los fue a llamar a Escapuçalco.
Y que dende a 10 dias, poco mas o menos, (que no se acuerda bien que tantos dias, porque era niño), fue llamado este testigo del dho. Tlacuchcalcatl Nanahuatzin principal, y este testigo fue alla y llevo consigo su hernano Pedro, sino que el dho. Pedro no a... donde... va el dho. principal, al qual dho. Tlacuchcalcatl dixo... testigo, con palabras amorosas:
“O pobrecitos de vosotros, ya es muestro vuestro padre. Aqui estoy quando alguna cosa co... des menester, porque vuestro padre hera padre de todos... nosotros. Agora pues vamos a ver estos ydolos... que abeys traido”.
Fueron a verlos a casa de Puztecatl Tlaylotla, donde estaban y llevaron tortillas y allí los adoraron, los quales estaban en un aposento puesto con un petate delante, y alçaron el petate para verlos y les ofrecieron tortillas... este sacrificio, el dicho principal fue a su posada suya.
Y dende a ciertos dias el yndio que les fue a llevar a Escapuçalco, que se dice Coyoque, le dijo a este testigo: “Aquellos ydolos que truximos ya no estan alli, a donde los an llevado?” Este testigo le dixo que no sabia, ni lo supo, ni nunca mas los vido, ni sabe que se hizieron.
Y que esta es la verdad, todo lo qual dixo el dicho interprete que decia el dho. Mateos, yndio. Afirmose en ello y el dho. interprete lo firmo de su nombre.–Fray Alonso de Santiago


Una pintura bastante curiosa, y de la cual he sacado una fotografía que está reproducida aquí, acompaña al texto que acabo de leer, y es, evidentemente, de la mano del testigo, del pintor Mateos (Lámina I). En esta pintura se ven dibujados los cinco ídolos, con sus nombres, siendo el primero de ellos el de Huitzilopochtli. Unidos al ídolo Tepehua se encuentran cuatro insignias, entre las cuales se distingue el cohuatopilli, el conocido símbolo de Huitzilopochtli. A la izquierda, abajo, se ve una cabeza con el nombre del padre del testigo, el primer guardián de los ídolos. Arriba están representados el cacique de Azcapotzalco, su principal; el viejo Nahueca y otra persona desconocida. Arriba, a la derecha, se ven los Señores de México y Tula, los dos mensajeros que mandaron a Azcapotzalco para recoger los ídolos, y, por fin, el acusado Miguel, a cuya casa los ídolos fueron traídos.

El segundo testigo que apareció delante del Obispo, fue Pedro, el hermano menor del pintor Mateos. Su declaración corresponde a la de su hermano, en lo principal, pero dice que llevaron copal blanco y codornices para “ofrecer a los ydolos”, y añade que: “ahora abia un año que su Señoria [el Obispo Zumárraga] fue a Toluca a confirmar e les dixo e predico que todos los que supiesen de algunos ydolos lo viniesen a dezir, y este testigo, como oyo aquello dixo a su hermano: ‘Tu sabes como paso lo de aquellos ydolos’, y el dicho su hermano le dixo: ‘Yo no se nada, y Puchtecatl Tlaylotzin ha de saber, que en su casa estaban y los dexamos’ y que este es la verdad y lo que desta cosa sabe, y que lo vino a dezir al padre Fray Alonso de Santiago para que le diese remedio y su anima se salvase...” 

Casi un mes después que los dos hermanos hicieron sus declaraciones que formaban una denuncia del Indio Miguel, como persona que tenía que saber a dónde estaban los ídolos, este anciano pareció delante del Tribunal de la Inquisición, preso y acusado de idiolatría. Después de haber tomado el juramento fue rigurosamente examinado, y declaró que era cristiano, bautizado desde veinte años. Al principio negó saber de los ídolos; pero más tarde, cuando como parece, la pintura de Mateos le fue enseñada, confesó que: 

no sabe... mas de que... los dichos Coyoque y Acalnahuaque vinieron una noche a la posada deste testigo con unos envoltorios de ydolos, que este confesante no supo que eran ydolos, mas de como los ynvieron los pusieron, cubiertos de unas esteras. El dicho Tlacuxcalcatl Nanahuatzin, Señor de Mexico fue a la posada deste testigo a ofrescer a los dichos ydolos y les ofrescio yncienso y copal como a sus dioses, y que alli, en la dicha su casa, estuvieron los dichos ydolos diez dias... y que... a cabo dellos los llevaron de alli los dichos cinco envoltorios los mismos que los avian traydo alli y que este que declare no sabe donde los llevaron.
Preguntado si supo, o lo sabe al presente, donde los llevaron, o si lo a oydo dezir.
Dixo que no lo sabe y que esto es la verdad para el juramento que hizo e afirmose en ello, e no firmo porque dixo que no sabe escribir, todo lo cual declaro por lengua del dho. ynterprete, el qual lo firmo aqui de su nombre.
Fue preguntado que es la causa que la primera vez que preguntaron si sabia de los ydolos o si avian estado en su posada, dixo que no lo sabia y nego que no avian estado en su casa, y desde que supo que avia escritura, vino a confesar la verdad que abian estado en su casa. 
Dixo que no se acordaba a la primera vez, y despues como vido la escritura, que se acordo y le vine a la memoria lo que avia pasado...

 

Sería imposible de seguir aquí, detalladamente, el desarrollo del proceso contra Miguel, o de citar las declaraciones de los siete testigos que fueron examinados, en las cuales no aparece el nombre del acusado ni prueba ninguna de su culpabilidad. Sin embargo, el día 5 de Agosto del mismo año, el Fiscal del Santo Oficio, ante el Reverendísimo Señor Inquisidor, presentó un “texto de acusación”, del cual citaré los extractos siguientes: 

... acuso cryminalmente a Miguel... quien... con poco temor de Dios y en gran peligro de su ánima a tenido y encubierto los ydolos mayores y mas antiguos que solian estar en los Ochilobos [sic] de esta cibdad de Mexico antes que los xpianos la ganasen, que son cinco enboltorios de ydolos, en que el uno esta un ydolo que se dice ... los quales... llevaron y pusieron... a casa del dho. Miguel para que el los guardase y tubiese, como papa y... de demonios el cual los tubo mucho tiempo yiendo a ellos los dhos. Señores y principalees a los adorar... y despues aca el dho. Miguel los a tenido y los tiene encubiertos y guardados y no los a querido dar ny descubrir puesto que a sido requerido y amonestado muchas vezes perseverando en su pertinacia idolatria y porque se presume y esta claro que el dho. Miguel y todos los otros que supieron y saben donde estan los dhos. demonios y ydolos tienen su coraçon en ellos les ofresceran y los adoraran, de que Dios Nuestro Señor es muy desservido, cuanto mas que el dho. Miguel de derecho es obligado a dar cuenta de los dichos ydolos por los aber tenido en su casa, como los tubo, y encubrirlos y no los queria dar siendo, como es, xpiano bautisado, y encubierto ydolatra los dhos. ydolos etegia y eror diabolica. Y visto el dho. Miguel ser ydolatra, sacrificador y guarda de los dhos. demonios y estar ynfiel y ereje como lo era antes que fuese xpiano... en el cual del dho. Miguel, attento a las penas de derecho establecidas, a cometido muy graves y grandes delitos por los cuales debe ser castigado gravemente... y si fuere necesario, fuere relexandole al brazo seglar y aziendo de su persona y bienes todos los autos... y castigos que en tal caso se requieren... condenandole ante todas cosas que de y requiere los cinco dhos. ydolos e demonios y le mande confiscar todos sus bienes y aplicalas al fiscal del Santo Oficio, por todo lo cual y en lo necesario... de Vuestra Señoria ymploro y pido Justicia... y juro a Dios y a esta señal de la Cruz que esta acusacion no la pongo de malicia... 

Respondiendo a la acusación puesta por el Fiscal del Santo Oficio, Miguel por oficio redactado por su defensor, dijo que: 

por defecto de parte e porque la dha. acusacion no contiene dia cierta, ni mes ni año, ni las otras solemnidades, que de derecho se requieren en semejantes acusaciones e porque no concluye delito contra mi e no lo concluyendo ni declarando el tiempo como digo, no puede dar derecho descargo, porque casoi negado que lo contenido en la dha. acusacion procediese, no seria en tiempo que yo obiese recibido el agua del Sto. bautismo, porque despues aca yo he vivido como xpiano conforme a lo contenido en mi confesion. 

Dice, ademas, que: 

aunque yo guardase... los dhos. ydolos... estoy sin culpa de la tal guarda... que las personas que los truxeron a mi casa no eran xpianos ni bautisados para reprehenderlos... ni para dar aviso al Capitan ni al... Gobernador de aquel tiempo, porque entonces ni en el dho. tiempo no avia ynquisicion en esta cibdad a quien se pudiese dezir... en caso que alguna culpa se me pudiese imputar seria de negligencias y omision, y esto se tiene por muy liviano casio en los de nuevo tiempo convertidos e yndios...
Los testigos que contra mi deponen... seran solos y singulares e mis enemigos capitales...
Pido e suplico a Vro. Senorio Reverendisima me de por libre... e me declare por buen xpiano e temeroso de Dios y que sigo la dotrina xpiano e oyo los sermones... y que me confieso el tiempo que les manda... 

Varias peticiones fueron después presentadas por el defensor de Miguel, que reclamaba el derecho de citar y hablar “con su letrado” o “con algunos yndios para dezirles algunas cosas que me convienen”, o “de quienes se podian aprovechar para la defension de su justicia”. Después se quejó que “ayer se mando hazer publicacion de mi causa y porque estando como estoy preso no he podidio traer los testigos para mi defensa, como a Vuestra Señoria Reverendisima es notorio... y de esta dicha probança depende mi defensa y todo mi descargo”. Pide “prorogaciuon del termino”, pero en vano. El viernes 30 de Enero de 1540 el Obispo Zumárraga dio y pronuncio la sentencia que sigue:

...Fallemos que por mejor saber la verdad del delito deste acusado... le debemos de condenar e condenamos que sea puesto en question de tormento o tormentos la cantidad e calidad de los cuales se nos reservamos sin hazer condenazion de costos hasta adfinitos y para esta ensenja de tormento asi lo pronunciamos e mandamos estos escriptos...

Miguel hizo, primeramente, una enérgica apelación contra esta sentencia; pero después, en una carta que constituye, para mí, un documento humano de los más conmovedores, dice: 

Yo me desisto y me aparto de lka apelacion que tengo interpuesto porque consiento la dicha sentencia [que me condene a tormento] y me aparto de la dicha apelacion. Pido y suplico a Vuestra Señoria Reverendisima que porque yo estoy enfermo se suspende la execucion della hasta que yo este en disposicion de poderlo recibir, porque si ahora se oviese de executar correria mucho peligro mi vida y salud y mi justicia peresceria. Protesto que si de otra parte, se procediera contra mi, no me pare perjuizio lo que por mi fuere confesado y declarado en el dicho tormento o tormentos que asi estando enfermo me fueren dados y sobre todo pido justicia.

El Señor Inquisidor oyó a esta petición y concedió un plazo de cuatro días, al cabo de los cuales la sentencia fue ejecutada y Miguel sufrió los tormentos de los garrotes y del agua, durante los cuales le hicieron muchas veces los “requerimientos e apercibimientos de uso”. Miguel respondió siempre lo mismo: “que no sabia cosa ninguna mas de lo que dicho tenia”. Por fin, el Señor Provisor, visto que el dicho Miguel es viejo y flaco, “lo mando soltar del burro, e dixo que reserbaba el derecho para quando le paresciere” de repetir el tormento. Después el señor obispo Zumárraga “mando que el dho. Miguel sea entregado al padre Fray Pedro para que este recluso en el monasterio de San Francisco desta cibdad para que alli sea yndustriado en las cosas de Nuestra Santa Fe y estando alli recorra su memoria y pesquiza que se hizo de los ydolos y donde estan, y lo manifieste y declare en este Santo Oficio. Y que no salga de dicho Monasterio sin su licencia y mandado”.

Es probable que, “siendo tan viejo y flaco”, Miguel murió en el monasterio; y es cierto que los testigos que fueron examinados durante su proceso, no comprobaron su culpabilidad como idólatras, porque el crimen de haber tenido los ídolos en su casa diez y siete años antes, y durante diez días solamente, fue cometido, como dice en su apelación, antes de haber sido bautizado. En la serie de testigos, todos indígenas, que fueron examinados durante su proceso, figura Achacatl, indio principal de México, y un cierto Culoa Tlapixque, antiguo consejero de Moctezuma, quien valerosamente declaró que no era bautizado; que era profeta y tenía la cuenta de los demonios y cargo de hacer las cosas que para ellos eran menester.

De otro testigo, de los cuatro examinados en la segunda parte en que sigue la averiguación hecha por el obispo Zumárraga, en busca de los mismos ídolos, sabemos que después de la matanza de los nobles Mejicanos, por Pedro de Alvarado, dos bultos grandes y pesados, de los cuales uno era negro y el otro azul, fueron llevados, por orden de Moctezuma, del gran teocalli de México a un pueblo vecino, adonde quedaron cuatro o cinco días bajo la guardia de Mexicanos, quienes volvieron a llevarlos de allí, en la noche, en canoa. Varios testigos declararon los nombres de distintos lugares en el Valle de México, adonde se suponía que habían llevado y escondido los ídolos. Otros hacen relación del hallazgo en una cueva, de una caja llena de chalchihuites y una cadena de oro. La declaración más interesante e importante de todas, es la de un cacique, que era hijo de un antiguo sacerdote nombrado Papalutecatl, que había sido amigo íntimo de Moctezuma.

Concluiré la comunicación presente con una cita de su declaración, que contiene ciertos datos históricos y detalles íntimos, hasta ahora desconocidos, que nos transportan a plena época de la Conquista y en compañía de los principales personajes Mexicanos que figuraron en ella.

Declaró Don Andrés, por lengua de Juan González, clérigo que oyó decir a su primo Pablo, que cuando los xpianos vinieron, mando Montesçuma llevar [a un pueblo vecino] las figuras de... [Huitziloposchtli], de Tezcatlipoca y de Topiltzino [Quetzalcoatl] y que los escondieron en una cueva... y qye nunca se a buscado ni an llegado a ella, y que los llevo Axayacatl, hijo de Montesçuma...1Dijo el dho. Don Andres que tambien a oydo dezir a su primo que cuando los Españoles vinieron, tres dias antes que llegasen a Mamalhoatçinco, sujeto de Chalco, avia llamado Montesçuma a su padre, que se llamaba Papalutecatl, y le dixo que despues de la mañana avian de llegar los dioses, que asi llamaron a los xpianos al principio, a otro pueblo llamado Ayotzinco... que que le parescia que se devria hazer! Y que el dicho Papalutecatl [padre del declarante], escogio un papel o libro en donde estavan pintados todos sus dioeses y ydolos y que de alli el dicho Montesçuma escogio por abogado a un cierto diablo o ydolo que se decia Chantico. Luego otro dia se partieron Chimalpopoca, hijo de Montesçuma, y Nexpanecatl, tio del declarante, al pueblo de Mamalhoatçinco–y llevaron un muchacho y lo sacrificaron en el dicho pueblo en servicio del dicho ydolo Chantico y lo enterraron un dia antes que los xpianos llegasen alli.
Este diablo o ydolo dizen que tenia tal figura que le podian quitar un muslo con su pierna, y cuando iban a la guerra en la tierra que abian de conquistar, tomaban aquel muslo o pierna del ydolo y con ella herian la tierra y con aquello dizen que vincieron e conquistaron a los enemigos...
Y asi mismo declaro que oyo deçir al dho. su primo, que estandi la guerra travada en la plaça de Mexico, de xpianos y naturales, siendo ya muerto Montesçuma, subio encima del cu del Hochilopuchtli el Señor de Tacuba, passado que se llamaba Tetepanquetçaçi [Tetlepanquetzalitzin], [que en xpiano se llamo despues Don Pedro, y murio en Veymula cuando fue alla el Marques], el cual tenia un espejo que llamavan los yndios Navaltezcatl, que quiere dezir espejo de adivinacion o adevino. Y estando encima del dicho que el dho. Don Pedro saco el dho. espejo en presencia de Coanacotçin [Coanacochtzin], Señor de Tezcoco, y de Oquitçi [Oquitzin], Señor de Azcaputzalco, y del dho su primo Pablo, y Guatimutzin [Cuauhtemoctzin], tambien abia de ir a verlo y no pudo porque desamyo, aunque tambien estaba encima del cu, y la ceremonia se hizo a las espaldas de las casas de los ydolos que encima del que estaban, porque los xpianos andaban peleando en el patio.
E como el dicho Don Pedro dijo sus palabras de echicerias o encantamientos, se escurecio el espejo que no quedo claro sino una partezilla del en que se parescieren pocos maçeuales. Y llorando el dicho Don pedro les abia dicho: “Digamos al Señor, que era Guatimotzin, que nos baxemos, porque a Mexico hemos de perder”.
Y que asi se avian baxado todos–y que aquel espejo era grande y redondo y que lo llevo el dicho Señor de Tacuba porque era suyo.

Con esta descripción emocionante y gráfica, de una escena tan dramática, que bien podría sugerir el motivo de un gran cuadro histórico, concluyo esta narración y citas de las partes más interesantes del proceso que descubrí. El texto citado nos hace realizar el estado de agotamiento en el cual se encontraba el valiente joven Cuauhtemoc después de haber gastado todas sus fuerzas y toda su alma en su heroica defensa. Despertando de un desmayo, le fue comunicada la funesta profecía, aceptada por los otros Señores, por infalible, que ¡“a México habían de perder”!

Renunciando a toda esperanza el valeroso joven, sin fuerzas, quizá, para andar, abandonó la cima del cu y lentamente bajo a pie, o llevado por sus compañeros, los escalones ensangrentados del gran templo de México, para encontrarse, pocas horas después, fugitivo y preso. En cuanto a los cinco ídolos principales del Templo Mayor, la ausencia de toda mención, en las crónicas históricas, de que el obispo los había encontrado, hace creer que todas sus averiguaciones con este fin fueron infructuosas y que los Mexicanos lograron esconder debajo del suelo de este Valle de México, y así evitar la destrucción de los cinco más antiguos dioses, que formaban el más reverenciado y apreciado de todos los tesoros del infortunado Moctezuma.


Coyoacán, D.F
Octubre 1910