SEPTIEMBRE 2018 - OCTUBRE 2018
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Hace más de 30 años, el coleccionista de antigüedades Josué Sáenz dio parte al Museo Nacional de Antropología de la existencia de un “libro con dibujos de los antiguos”, documento que ahora se conoce como Códice Maya de México. Muchos fueron los académicos que dudaron de la autenticidad del texto desde su anuncio al público en la exhibición Ancient Maya Calligraphy, realizada en el Club Grolier de Nueva York y dada a conocer por el New York Times el 21 de abril de 1971.
Fue hasta 2017 cuando el inah implementó un proyecto multidisciplinario e interinstitucional que permitió autenticar el documento. Los resultados demostraron que el códice es prehispánico, tiene una antigüedad calculada por radiocarbono entre los años 1021 y 1154 de nuestra era, y debió tener una vida útil de aproximadamente 104 años; todo ello lo convierte en el códice prehispánico más antiguo conocido. A partir de 2018, el documento debe cumplir tres mandatos: uno, que se trata de un documento original; dos, que en adelante ha de ser nombrado Códice Maya de México; y tres, que debe reconocerse como bien arqueológico y permanecer en resguardo de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, cuya colección de códices cuenta con el nombramiento de Memoria del Mundo otorgado por la unesco en 1997.
Tras la ratificación de la autenticidad del documento, se presentó una exposición temporal que brindó la oportunidad de contemplar directamente el manuscrito legible más antiguo de América y conocer los análisis transdisciplinarios que le fueron practicados para despejar las dudas en torno a su legitimidad. La muestra temporal El Códice Maya de México. Eslabón, fuente y testigo se inscribió en el ciclo “Una pieza, una cultura” y ofreció al visitante la posibilidad de adentrarse en una cosmovisión entera mediante la contemplación de un solo objeto.
La museografía de la exhibición, dividida en cinco módulos, se desarrolló bajo los enfoques histórico, cosmogónico y científico, y empleó recursos tecnológicos accesibles para todos los visitantes. Así, en el primer módulo hubo una introducción en video al tema de los códices que explicó qué son y cuál era su importancia en la antigüedad.
En el segundo apartado se presentó una breve proyección acerca de la polémica que por casi cinco décadas rodeó al Códice Maya de México, antes Grolier, debido a la originalidad de su estilo y al desconocimiento de su procedencia.
La tercera sección abordó el contexto histórico del Posclásico Temprano (900-1200 d. C.), periodo al que pertenece el manuscrito de acuerdo con el fechamiento obtenido luego de analizar sus fibras con radiocarbono. La intención de este módulo fue que el público se familiarizara con el estilo maya-tolteca de la época y pudiera apreciar la influencia que existió entre ambas culturas.
El módulo cuarto se centró en la cosmogonía de la obra, sus rasgos estilísticos y el significado de sus ilustraciones, mismas que conforman un calendario adivinatorio vinculado con el ciclo de Venus. En esta sección se presentaron los folios animados en gran formato y hubo una serie de tabletas electrónicas en las que el público pudo consultar de manera específica la identidad de las deidades, los elementos iconográficos y las acciones representadas en cada folio.
Finalmente, el quinto módulo pormenorizó, mediante interactivos digitales, los estudios que expertos del INAH, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Colorado, en Boulder, practicaron al códice.
Para su observación directa en la sala, el elemento se colocó en una vitrina a la que se le extrajo el oxígeno y se le inyectó nitrógeno a fin de evitar daños por oxidación y exposición a la luz, además de que se vigilaron los niveles de temperatura y humedad.
La exposición El Códice Maya de México. Eslabón, fuente y testigo se exhibió en la sala A1 del Museo Nacional de Antropología del 28 de septiembre al 28 de octubre del 2018. La exhibición recibió a 100,415 visitantes.