DICIEMBRE 2023
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En el sitio de El Rayo, en Chupícuaro, entre los años 600 y 400 a.C., fue enterrado el cuerpo de un infante al interior de una fosa sencilla excavada en el subsuelo. Junto a él colocaron un sartal de pequeñas cuentas de concha, y entre su brazo izquierdo sostenida una singular escultura de barro.
Esta escultura representa un personaje del sexo femenino, posiblemente una adolescente. Está de pie con el cuerpo desnudo, sin adornos, con las manos sobre el abdomen. En las orejas tiene perforaciones y en su rostro sobresale el modelado realista de los ojos, nariz y boca. Se distingue el detalle de las pies, rodillas y glúteos. Con un pequeño orificio se marcó el obligo. La ausencia de vestimenta se suple por el pigmento de color rojo sobre un engobe café claro que cubre la parte baja de sus piernas, torso y rostro. Una particularidad de esta escultura es que además de ser hueca contiene en su interior escrupulillos o pequeñas esferas de barro que al ejercer un movimiento en ella produce sonido.
Esta ofrenda y el infante ahí enterrado fueron excavados en el Salvamento de la Presa Solís en el valle de Acámbaro en Guanajuato en 1946. En estas excavaciones coordinadas por Daniel Rubín de la Borbolla se registraron 396 sepulturas con vasijas y figurillas de la Cultura Chupícuaro. La sepultura referida fue registrada con el número 218.
El cuidado que en época prehispánica se tuvo a los entierros de niños queda manifiesto en esta sepultura. En otros entierros infantiles Chupícuaro se colocaron conjuntos de pequeñas figurillas de barro junto con vasijas.
Dr. Eliseo Padilla Gutiérrez
Curador-investigador, MNA
