PIEZA DEL MES ARQUEOLOGÍA

NOVIEMBRE 2023

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Portaestandarte


En 1955, Jorge Acosta y su equipo de trabajo realizó excavaciones arqueológicas en la ciudad de Tula, Hidalgo. Durante esa campaña exploró algunas salas del Palacio Quemado, así como la fachada principal del Edificio C. Acosta obtuvo valiosa información, al igual que interesantes materiales arqueológicos. Sin embargo, la casualidad lo llevó a obtener otras dos importantes esculturas toltecas.

A decir de Acosta, dentro de unos campos de cultivo ubicados en el Barrio de Iturbe, al noroeste de la zona arqueológica de Tula, unos campesinos hallaron dos esculturas en bulto que representan jaguares. Se trata de dos felinos sedentes que muestran sus dientes y sus colmillos. Ambos animales portan un collar que, de acuerdo con el arqueólogo, puede tratarse de un cordón retorcido del cual pende un pectoral con un corazón humano, aludiendo al sacrificio humano. Vale la pena señalar que las esculturas cuentan con una perforación circular sobre sus lomos, por lo que se ha asumido que se trataban de portaestandartes emplazados en los edificios más importantes de la ciudad. En virtud de que una pieza es más pequeña que la otra, Acosta supuso que se trataba de una pareja, macho y hembra. Tras este hallazgo, el arqueólogo realizó unos sondeos en la zona y halló los restos de una unidad doméstica tolteca de elite. Finalmente, la pareja de felinos fue separada: uno de ellos reside en el museo de sitio de la zona arqueológica de Tula y el otro en el Museo Nacional de Antropología.

Vale la pena señalar que, durante las excavaciones de 1940 en la zona arqueológica de Tula, el equipo de trabajo de Acosta exploró el Juego de Pelota I. Sobre la plataforma superior del lado sur se halló otra escultura portaestandarte de jaguar, lo cual habla de la importancia de este tipo de objetos y animales en la vida social y política tolteca. 

Stephen Castillo Bernal

Curador-investigador, MNA