NOVIEMBRE 2021
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Esta emblemática pieza tolteca formó parte de los pilares que sostenían la techumbre del templo superior de la Pirámide B de Tula, Hidalgo. La escultura fue manufacturada en roca basáltica y armada mediante la técnica de caja y espiga. Jorge Acosta, el arqueólogo que dedicó gran parte de su vida a la investigación de Tula, halló en los años cuarenta a estos colosos al interior de un pozo de saqueo prehispánico ubicado en la parte superior del edificio. Posiblemente estos saqueos hayan sido efectuados por grupos mexicas, cuando la ciudad se encontraba abandonada.
En la zona arqueológica de Tula se encuentran cuatro atlantes, tres de los cuales son originales. El cuarto ejemplar original se exhibe en este museo y muestra la clásica imaginería tolteca: una manifiesta rigidez corporal que, sin embargo, permite apreciar la indumentaria e iconografía de los antiguos guerreros toltecas. Estos elementos constan del tocado cilíndrico, el pectoral en forma de mariposa estilizada, el tezcacuitlapilli o disco dorsal decorado con serpientes de fuego. Completa su atuendo un conjunto de armas como el lanzadardos, un arma curva de madera, dardos y un cuchillo lanceolado. Finalmente, el guerrero porta un maxtlatl, sandalias decoradas con serpientes y orejeras rectangulares. Estos gigantes de más de cuatro metros de altura estuvieron decorados con diversos pigmentos, pues la piel descubierta del personaje aún conserva pigmento rojo.
Si bien la función principal de los atlantes fue meramente arquitectónica, es factible que también hayan tenido una función simbólica e identitaria, mostrando al guerrero real e imaginario de los antiguos toltecas.
Dr. Stephen Castillo Bernal
Curador-investigador, MNA