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AGOSTO 2020

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El sacro de Tequixquiac


El pasado 4 de febrero de 2020 se cumplieron 150 años del descubrimiento del sacro de camélido fósil con perforaciones atribuidas a factura humana. En 1870, durante las obras de desagüe de la Cuenca de México en Tequixquiac, Estado de México. El ingeniero Tito Rosas, director encargado de las obras, se lo entregó al historiador Alfredo Chavero. 

En su obra México a través de los siglos, Chavero menciona que este hallazgo demuestra que el hombre era contemporáneo a la megafauna desaparecida, que contaba con un desarrollado arte suntuario, y que practicaba algún tipo de religión, pues el hueso podía ser considerado un ídolo animal. Hacia finales de 1880, el historiador Manuel Orozco y Berra realizó un breve comentario sobre la pieza en su trabajo Historia Antigua y de la Conquista de México, y dos años después Mariano Bárcena publicó una descripción en los Anales del Museo Nacional.

 Durante años la escultura formó parte de la colección particular del profesor José Ramírez Flores, en Guadalajara, Jalisco, hasta que en 1956 fue recuperada por el arqueólogo Luis Aveleyra Arroyo de Anda, quien consiguió que fuera donada al Museo Nacional de Antropología. A pesar de que la pieza generó mucha polémica debido a su dudosa procedencia, se colocó en la sala de prehistoria de México, en donde permaneció exhibida por 20 años.

En los años ochenta, el biólogo Óscar Polaco y los prehistoriadores José Luis Lorenzo, Lorena Mirambell y Joaquín García-Bárcena decidieron realizar un análisis microscópico de las perforaciones y concluyeron que, si bien el hueso sí pertenecía a un camélido pleistocénico, no era posible determinar si las perforaciones correspondían a la misma etapa. Por ello, durante la reestructuración de la sala en 1987, se colocó el sacro entre los demás fósiles de la fauna pleistocénica, pero en la reestructuración del año 2000 se retiró a la bodega de arqueología.

Actualmente el sacro de Tequixquiac se encuentra en la bóveda de arqueología del museo. Su valor radica en que partir de este descubrimiento surgió el interés en México por el estudio de la prehistoria.

Arqlgo. Juan Martín Rojas
Curador-investigador, MNA