PIEZA DEL MES ARQUEOLOGÍA

FEBRERO 2020

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Número de Catálogo: 11.0-03480


Reproducción del Penacho


El penacho original atribuido a Motecuhzoma II se encuentra en el Museo del Mundo de Viena. En nuestro país, en 1940, se elaboró una réplica para su exhibición en las instalaciones del Museo Nacional del Centro Histórico de la Ciudad de México. Tras la inauguración de la nueva sede del Museo en el Bosque de Chapultepec (1964), fue necesario desarmar la réplica del penacho para su restauración y reubicación.

 Durante el armado se reelaboró el soporte de la copia con un armazón; dicha labor consistió en el acomodo radial de varillas que se atan a una red de tejido abierto. Sobre ésta se colocaron algunas plumas nuevas. Los ornamentos de plata bañada con oro –correspondientes a la réplica de 1940– se reemplazaron con el mismo número de piezas metálicas, pero en esta ocasión de una aleación con alto contenido de oro.

La parte inferior del penacho se adornó con la técnica de mosaico; es decir, pegando plumas con adhesivo sobre un soporte, en este caso, forrado con cuero. El mosaico consta de bandas concéntricas de plumas de diferentes colores: la más ancha contiene plumas azules del pájaro charlador turquesa; de las plumas rojas aún no se identifica la especie de ave proveedora; la secuencia verde corresponde a plumas del ala de quetzal; y las plumas marrón con punta blanca son de cola de pájaro vaquero.

Sobre este mosaico multicolor se ataron los 431 tejuelos de oro con diversas formas: discos, medias lunas, rectángulos y torrecillas. En el borde superior de este tocado se amarraron largas plumas cobertoras caudales de quetzal macho que, al quedar sueltas en los penachos que portaban los antiguos mexicanos, presentaban un suave movimiento que permitía apreciar la maravillosa iridiscencia del plumaje de esta ave de profundo contenido simbólico en el México antiguo.

Gracias a este trabajo el Museo Nacional de Antropología cuenta con una copia de excelente calidad. Esta obra, representativa del arte plumario mexicano del siglo XX, se considera pieza única debido a que tanto el quetzal como el charlador turquesa son especies protegidas para evitar su extinción. En los aviarios especializados, así como en las selvas de México y Centroamérica, no se cuenta con el suficiente número de aves que pudieran proveer, por medio de la colecta de muda, las largas plumas caudales propias del quetzal macho ni las cobertoras del pequeño pájaro azul turquesa.


Arqlga. Bertina Olmedo Vera 

Curadora–Investigadora, MNA


María Olvido Moreno Guzmán 
Conservación arte plumario