PIEZA DEL MES ETNOGRAFÍA

SEPTIEMBRE 2019

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Número de Catálogo: Manzana: (17) 11.35a- 816 Cuadro: (17) 11.35a - 817


El giro de los Voladores


La arriesgada espectacularidad del descenso de los Voladores de Papantla es la última fase de un largo proceso ritual y técnico imprescindible para surcar el cielo.

Cuando no se usan postes de metal, para volar hay que ir al bosque, seleccionar un árbol, derribarlo, limpiarlo, arrastrarlo al pueblo, hacerle una escalera con bejucos, cavar un hoyo para erguirlo, levantarlo, sujetarlo y, finalmente, una vez firme en posición vertical, colocar en su punta un mecanismo giratorio que es clave para el descenso.

Este mecanismo se compone de dos piezas: el “cuadro”, hecho de maderos atados en sus esquinas con cuerdas, y la “manzana”, bloque de madera cilíndrico hecho, por lo general, de la raíz de árboles resistentes como el cedro pues debe soportar el peso de los cuatro voladores y el cuadro. La manzana está divida en dos mitades: la inferior, por lo general pintada de rojo, tiene cavado un orificio de aproximadamente 25 cm de diámetro y 30 cm de profundidad; en él empata la punta del palo y por lo mismo se engrasa para restar fricción a la hora del vuelo. La mitad superior es verde y en ella se cava un sistema de túneles por los que pasarán las cuerdas que sostendrán al cuadro. Dos de esos túneles atraviesan perpendicularmente la “manzana” a una distancia de 15 cm de la cara superior. Gracias a esta distribución, cada orificio lateral se corresponde con uno de los vértices del cuadro. Finalmente, justo donde baila el Caporal o líder de la danza, se talla un orificio más grande que interseca a los dos anteriores en el centro.

La estabilidad del vuelo, y por lo tanto de la vida de los danzantes, depende del juego de cuerdas que corren por este sistema de túneles. Desde el orificio superior se introducen y distribuyen en los laterales los cabos de un par de sogas enlazadas en el centro. Los cuatro mecates que brotan sirven para fijar el cuadro con la manzana y formar así el mecanismo giratorio.

Es fundamental que el largo de las cuerdas sea el mismo, que el enlace de ellas en el centro no se mueva y que los cabos que sujetan el cuadro estén bien firmes. Cualquier variación podría generar un desequilibrio en el peso y la estabilidad del mecanismo que, a su vez, podría romper la manzana y provocar un accidente. Como podemos observar, para volar hacen falta, además de valor y cuerdas, pericia y siglos de tradición.

Mtro. Leopoldo Trejo Barrientos
Curador-investigador, MNA