FEBRERO 2019
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Número de Catálogo: 01.0-0426
En época prehispánica, en el área que ahora cubre la zona metropolitana de la Ciudad de México existía un sistema lacustre que no solo constituía una fuente importante de alimentos y de materias primas, sino que permitía una eficaz comunicación entre los pueblos que habitaron en las orillas.
De este sistema de lagos, los de Xaltocan, Zumpango y Texcoco, ubicados al norte, eran salados, mientras que los de Chalco y Xochimilco, en el sur, eran de agua dulce. Fue en particular en estos últimos donde se desarrollaron los primeros asentamientos sedentarios del periodo Preclásico (2300 a. C. a 100 d. C.) los cuales aprovecharon la gran variedad de recursos para su supervivencia por medio de la pesca, la caza y la recolección.
La riqueza natural lacustre inspiró a los primeros grupos aldeanos a plasmarla con gran destreza en su cerámica, actividad que inició en paralelo al sedentarismo y la práctica de la agricultura. Ejemplo de ello es este plato que se recuperó en las excavaciones llevadas a cabo durante 1969 en Zohapilco-Tlapacoya, Estado de México, sitio que para aquella época era una pequeña isla ubicada en el lago de Chalco.
Este plato del tipo Cesto blanco es representativo de la fase Manantial, correspondiente a los años 1000 a 800 a. C. Tiene un diámetro de 29 cm, presenta un fino recubrimiento de engobe blanco y se distingue principalmente porque en el fondo de la pieza se grabaron las figuras de dos peces blancos, quizá de la especie Chirostoma, en posición contrapuesta. En este tipo de platos es recurrente un diseño inciso sobre el borde que consiste en una doble línea paralela interrumpida, motivo característico de esta fase.
La pieza constituye un claro ejemplo de la destreza que los artesanos del periodo Preclásico alcanzaron en el uso del barro, al tiempo que muestra su utilización tanto en la vida cotidiana como en la ceremonial.
Dra.
Patricia Ochoa Castillo
Curadora-investigadora, MNA
