JULIO 2018 - OCTUBRE 2018
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Horarios:
Martes a domingo de 9:00 a 19:00 horas.
El budismo constituye una escuela del pensamiento seguida por millones de personas en todo el mundo; sus orígenes, desarrollo, trascendencia y diversidad son el tema central de la exposición Las huellas de Buda. Se trata de una exposición que no gira en torno a una figura búdica sino alrededor de las enseñanzas budistas, que busca trascender la mera apreciación estética y adentrarse en el significado más profundo de las piezas, así como en su función de herramientas para alcanzar la meta ulterior del budismo: la iluminación.
La selección, que reunió más de 250 piezas provenientes de los acervos del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York y otras más de colecciones particulares en México, son originarias de 17 países asiáticos: India, Afganistán, Pakistán, Mongolia, Sri Lanka, Myanmar, Laos, Tailandia, Camboya, Vietnam, Indonesia, Bangladesh, Nepal, Tíbet, China, Corea y Japón.
Este conjunto de obras abarca casi dos milenios en la historia del Budadharma, toda vez que fueron elaboradas entre los siglos I antes de nuestra era y hasta tiempos decimonónicos. Todas invitan a emprender un viaje por la tradición espiritual más antigua del mundo y que permanece hasta nuestros días como “una ética para la humanidad”.
El recorrido histórico se realizaba a través de cinco núcleos temáticos: “Shakyamuni, el Buda del presente”, “Las cuatro nobles verdades”, “Las enseñanzas del Buda: Budadharma”, “Una cosmovisión, diferentes aproximaciones” y “Métodos para el despertar”, que fueron propuestos por la curadora de la muestra, Karina Romero Blanco.
La exposición mezcló las diferentes tradiciones budistas, de manera que puedieron apreciarse desde pinturas japonesas del budismo zen hechas en soportes de seda, pinturas tibetanas elaboradas con pigmentos vegetales y esculturas de esquisto negro, hasta esculturas de cobre con baño de oro, pequeños relicarios de plata que contienen diminutas esculturas de terracota y textiles bordados en seda, además de imágenes en papel, madera y mármol. La variedad de materiales implicó un reto para los museógrafos, pues cada obra requirió conservación especial.
De este universo resaltaba por sus dimensiones una thangka (tipo de pintura realizado sobre una superficie plana, que puede enrollarse) procedente de Corea y una “apabullante” escena de 3 m × 4 m que muestra a Buda disertando sobre la perfección de la sabiduría en el Pico de los Buitres. De piezas colosales se pasa a representaciones de escasos centímetros, por ejemplo, una escultura dorada de Buda infante que en sus manos expresa protección y generosidad, auxilio para encontrar el sendero que conduce a la liberación del sufrimiento.
Otra pieza miniatura es una maqueta, con gran calidad de detalle, del Templo de Mahabodhi (Gran despertar), donde Buda alcanzó la iluminación. También sobresalen frontispicios de sutras o aforismos chinos, de los primeros grabados cargados con simbolismos del Budadharma; elementos arquitectónicos y figuras búdicas que decoraban templos y altares domésticos, y recipientes para diferentes tipos de ceremonias.
Entre las piezas facilitadas por el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York se encontraba la representación de Buda en estado de inanición, que hace referencia a sus seis años de ayuno con solo un grano de arroz al día (su vida ascética luego de renunciar a ser príncipe); una imagen donde se le ve en su primer sermón junto a la Rueda del Dharma, sus primeros cinco discípulos y dos venados; así como un gao o amuleto protector de piedras preciosas que decoran una escena referente al nacimiento de Shakyamuni, del costado de su madre Maya Devi.
Trajes rituales del Tíbet, como uno utilizado en la Danza de la Muerte, e instrumentos musicales, revelaban la forma en que la danza y el sonido se funden en el budismo tántrico. Cada obra expuesta en Las huellas de Buda era una herramienta para honrar las enseñanzas, la práctica de la generosidad que permite alcanzar el despertar.
Esta fue una exposición accesible, por lo que todos los espacios de sala eran aptos para sillas de ruedas y andaderas. Se contó con guías a piso, reproducciones y piezas originales contemporáneas que podían ser tocadas, cédulas en braile y explicaciones en audio de las piezas y temas más representativos de la exposición, así como videos en lengua de señas mexicana que explicaban cada unidad temática.
La muestra se presentó de julio a octubre de 2018 en la Sala de Exposiciones Temporales y recibió 255 mil visitantes.