PIEZA DEL MES ARQUEOLOGÍA

ENERO 2018

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Número de Catálogo: 09.0-02564


Marcador de La Ventilla


La estela de La Ventilla fue localizada en 1963, en lo que fueron terrenos de labranza del rancho del mismo nombre, al sureste de San Juan Teotihuacan en el Estado de México. En la actualidad a este lugar se le conoce como el barrio residencial de La Ventilla dentro del perímetro del sitio arqueológico de Teotihuacan. En ese mismo año, por mediación del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, director de la obra del nuevo Museo Nacional de Antropología, el Consejo Ejecutivo para la Planeación e Instalación recibió la noticia del hallazgo de una escultura arqueológica en terrenos agrícolas del rancho La Ventilla. Por lo que una vez corroborada la información, los arqueólogos Ricardo de Robina, Román Piña Chan y el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez registraron las condiciones del hallazgo dentro de un contexto que había sido destruido. Sin embargo, al comprobar su autenticidad, la pieza fue adquirida de inmediato por el mencionado Consejo para integrarlo en las colecciones del museo.A raíz del hallazgo de la estela, se hicieron otras excavaciones a cargo del arqueólogo Román Piña Chan, con el objetivo de aclarar su posición y relación con otras estructuras arquitectónicas y material cerámico que ayudaría a situarla cronológicamente. A pesar de no haber sido observada la estela in situ, algunas versiones coinciden en que los cuatro segmentos de ésta no se encontraban articulados y fueron apareciendo entre dos pisos de estuco. Todo el conjunto se hallaba al pie de una escalinata de tres a cuatro peldaños al centro de un altar, flanqueado por habitaciones. A pesar de ello, la información sobre su contexto no pudo ser recuperada y la posibilidad de establecer un fechamiento se perdió.

La estela de La Ventilla es importante debido a su peculiar característica, ya que se trata de un objeto arqueológico de piedra volcánica desmontable, compuesto por cuatro elementos escultóricos superpuestos que embonan entre sí por medio de espigas y orificios, las cuales forman diferentes secciones y diámetros que unen los cuatro elementos ajustando perfectamente uno con otro, en una combinación correcta de partes que lo conforman. La sección basal cilíndrica es una columna provista de una espiga que servía para poder empotrarse en una base y soportar todo el conjunto. El segundo elemento es de forma tronco-cónico, grabado con relieves y entrelaces. La parte esferoidal o globular esta profusamente labrada antecediendo a la cresta, y por último, el remate discoidal presenta un círculo calado de considerable grosor, integrado por dos volutas encontradas por sus puntas en sentido opuesto, generando un efecto visual de movimiento rotatorio dentro del que se aprecian relieves o crestas que se proyectan a la periferia del disco. La escultura tiene una gruesa capa de estuco aplicado con un recubrimiento bien conservado con vestigios de pintura roja.

Cabe destacar la probable función de la estela de La Ventilla, como bien menciona Luis Aveleyra: "Indudablemente, este monumento hubiera quedado descrito vagamente, como estela ceremonial, de no mediar la existencia de un documento pictórico…" , el cual refiere a las pinturas murales del Tlalocan en Tepantitla, Teotihuacan, donde está representada una escena del juego de pelota. En esta pintura se distingue una estructura escalonada, donde se encuentra un personaje sentado presenciando el juego de varios individuos que portan bastones decorados para golpear la pelota. Delimitando ambos extremos del plano de la composición del juego, se observan simétricamente dos estelas horizontales, sobre pequeñas plataformas, apreciándose la semejanza de estas dos figuras con la estela de La Ventilla. Actualmente, en el mismo mural se han reconocido otras escenas y se han identificado variantes en la manera de jugar. Este discurso ha llevado a sugerir que la estela de La Ventilla es un marcador de juego de pelota.

Por otra parte, cada elemento que compone esta obra escultórica se ha asociado con objetos similares encontrados en la ciudad de Teotihuacan, varios de ellos desarticulados y sin contextos definidos. No obstante, en investigaciones recientes, gran cantidad de elementos se han vinculado con el juego de pelota. Desde el descubrimiento de esta pieza, ha persistido la idea de que en Teotihuacan el juego de pelota se practicaba en espacios abiertos limitados en sus extremos por marcadores móviles ensamblables, los cuales podrían haber sido transportados e instalados donde fuera necesario. (Aveleyra, 1963). Hasta hace poco no se tenía registro de estructuras arquitectónicas de juegos de pelota en Teotihuacan aunque los resultados de nuevos estudios realizados por el arqueólogo Sergio Gómez en el barrio de La Ventilla y en la Plaza de la Ciudadela, han propuesto que el juego de pelota podría haberse practicado en plazas públicas.

El simbolismo del juego de pelota es muy amplio, resumiéndose en varias propuestas y teorías. Por lo que, la estela o marcador de La Ventilla ha sido uno de los hallazgos más importantes, dando pauta para entender la historia e interpretación de esta práctica en Mesoamérica.