PIEZA DEL MES ETNOGRAFÍA

OCTUBRE 2023

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Tenamaste


 

Esta magnífica pieza de barro con forma de un perrito (itzcuinti),  formaba parte de las cocinas tradicionales de la región de Cuetzalan del Progreso, municipio nahua de la Sierra Norte de Puebla. Se utilizaba hasta hace algunos años, junto con dos perritos más para sostener el comal. Al conjunto del comal con sus tres piedras se le llama fogón, en náhuatl tecuilej, y es considerado entre los nahuas serranos como el “corazón” de la casa, por ello es importante que el fuego de la casa permanezca siempre encendido, pues es el protector de la vivienda y de la familia.

El comal es una reproducción a escala del mundo, el fuego del fogón representa el inframundo, lugar de vida latente donde se guardan las semillas; el comal, que simbólicamente representa la superficie de la tierra, es el lugar donde los alimentos son transformados para poderse consumir. El fogón, junto con el altar familiar de una vivienda, son los espacios neurálgicos por excelencia, en torno a los cuales giran las principales actividades de la familia.

El perro itzcuinti es el animal  psicopompo por excelencia. Es el animal que acompaña a los recién fallecidos al inframundo para ayudarlos a cruzar el río de los muertos, por ello es significativo que sea el animal que sostenga el comal por su rol como conductor de almas en el inframundo.

Con la incorporación de materiales modernos, muchas viviendas integraron también elementos innovadores a sus cocinas, como estufas de gas, refrigerador y otros aparatos, con los cuales su vida se ha simplificado; incluso hoy algunas cuentan con hornos de microondas. Sin embargo, mantienen un espacio donde tienen un fogón que es donde preparan el nixtamal y otros alimentos, como tamales y mole. El consenso en las mujeres es que no hay como el fogón para cocinar, los alimentos saben mejor, dicen. Por ello cuando construyen una vivienda más moderna y con mayores facilidades para ellas, como una cocina amplia, estufa de gas y agua entubada, al poco tiempo exigen un espacio donde puedan colocar un fogón. Si bien expresan que los alimentos se cocinan mejor y más rápido con leña, lo cual es cierto, las creencias en torno al fogón y su relevancia por el lugar que ocupa en la jerarquía de potencias local demuestran que esto último es lo que predomina cuando se toma la decisión de mantenerlo. 

Estas transformaciones, que han modificado el paisaje, no han aniquilado las principales acciones para proteger su integridad. Como me lo comentó hace años una ritualista, “las piedras también tienen su dueño, tienen corazón”. Con estas palabras quería expresar que estos materiales, como el block, con los que se construyen las viviendas modernas, también tienen su origen en el entorno, un entorno vivo, dinámico como los hombres, con una fuerza superior a éstos. Por lo cual, también poseen un “alma” y un “dueño”. Antes de construir una casa, sus dueños, deben dejar una ofrenda para que el “dueño” les permita hacer su trabajo. También, ya concluida su construcción y antes de habitarla, se debe dejar otra ofrenda para que el “dueño” les permita vivir ahí. Acciones similares se realizan cuando una casa se va a destruir para construir otra, es fundamental, igualmente, dejar una ofrenda. El destinatario es el “dueño” de la casa, cuya identidad se relaciona con el material del cual está construida la vivienda. Por ejemplo, si la casa es de madera, su “dueño” es el dueño del bosque. De no dejar ofrenda se corre el riesgo de que los habitantes de la casa no puedan descansar, pues escuchan ruidos todo el tiempo. 

Dra. Lourdes Báez Cubero 
Curadora-investigadora, MNA