ABRIL 2022
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El ejemplar que observamos está catalogado como una de las tantas máscaras de piedra de estilo teotihuacano que han sido coleccionadas por diferentes museos desde el siglo XVIII. Aunque los arqueólogos tratan de confirmar su autenticidad prehispánica, se desconoce la procedencia de la gran mayoría. En su afán por obtener una máscara antropomorfa, los saqueadores que recorrían el Valle de México nunca registraban el lugar exacto de su hallazgo. Solo de unas pocas se da fe de que procedían de la antigua ciudad de Teotihuacan. De tal suerte, muchos estudiosos concluyen, por los patrones estéticos, que se elaboraron en el Altiplano central, durante los años 200 al 600 d.C., periodo conocido como Clásico Temprano.
Entre los materiales seleccionados para su manufactura destacan la serpentinita, la caliza y el travertino. Ninguno de estos materiales pétreos están presentes en el valle de Teotihuacan. El travertino erróneamente se confunde con el alabastro, una variedad de yeso, muy apreciado en el Medio Oriente. En contraste, el travertino es una roca carbonatada, compacta y finamente cristalina.
El Museo Nacional de Antropología cuenta con una cincuentena de máscaras. Los rostros muestran una distribución simétrica y bien definida de sus elementos anatómicos. Por ejemplo: su silueta en forma de “U”; dos placas rectangulares simulan las orejas; los labios se dejan entreabiertos, mientras que las cavidades de los ojos son de forma elíptica.
Varios historiadores del arte conciben que un rostro petrificado, sobrio pero elegante, estaría conectado con la idea de la muerte y lo divino. Sin una fisonomía personalizada, las máscaras reproducen lo intemporal. Por eso interpretan que tuvieron un uso funerario. Arqueológicamente eso no está comprobado, pues ninguna ha sido encontrada directamente en un entierro teotihuacano. Más bien, por su gran valor material y simbólico, era frecuente su reutilización como reliquias, y cuando no era posible obtener una original, se hacía réplicas para depositarlas en ofrendas.
Mtro. Edgar Ariel Rosales
Curador-investigador, MNA