PIEZA DEL MES ARQUEOLOGÍA

DICIEMBRE 2021

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Teotlachco. Juego de pelota sagrado


El Templo Mayor de Tenochtitlan consistía de una pirámide coronada por dos capillas: en el lado norte estaba la dedicada al culto del dios de la lluvia, Tláloc, y al sur se encontraba la de Huitzilopochtli, el dios solar y de la guerra de los mexicas. Frente a este último lado del templo se han descubierto recientemente los restos de varias estructuras que se relacionan con los temas de la guerra y el sacrificio. Sabíamos de ellas gracias a la obra de fray Bernardino de Sahagún, pero ahora podemos ver sus vestigios en la zona arqueológica del Templo Mayor. Entre estas estructuras, en 2011 fue localizada en la actual calle de República de Guatemala, la cancha del Juego de Pelota, entre el Tzompantli (hilera de cráneos) y el pequeño templo rojo dedicado al dios de la música y el juego, Macuilxóchitl-Xochipilli. De esta manera, se va completando arqueológicamente el paisaje ritual que recrea el mito del nacimiento del dios patrón de los mexicas. Cuando estos, durante su peregrinación, llegaron a Coatepec, lo primero que edificó Huitzilopochtli fue su juego de pelota sagrado -teotlachco- y su tzompantli. En ese lugar el dios se enfrentó a su hermana Coyolxauhqui, diosa lunar, y a sus hermanos los centzonhuitznahuah, las 400 estrellas del sur. Los mató y se comió sus corazones. Este mito simboliza el triunfo del dios solar sobre las fuerzas nocturnas de la Luna y las estrellas, lucha que se escenificaba en el juego de pelota el cual incorporaba el sacrificio humano que generalmente consistía en la decapitación del perdedor cuya cabeza seguramente se colocaba en los travesaños del Tzompantli, ubicado frente a la cancha.

Años antes de este descubrimiento, durante las excavaciones que para la construcción de la línea 2 del Metro se realizaban en la misma área entre 1966 y 1968, se encontró una ofrenda dedicada precisamente al juego de pelota. Algunas de las piezas que conformaban esta ofrenda son las que presentamos en esta ocasión.

Bertina Olmedo Vera
Curadora-investigadora, MNA