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Los primeros tezcacuitlapilli


Como instrumento de mirada, el espejo es de uso casi universal. Las fuentes históricas nahuas mencionan a los tezcacuitlapilli que portaban ciertos guerreros en la parte baja de su espalda, de ahí su traducción como “espejos dorsales”. Los especialistas en las culturas tolteca y mexica –Stephen Bernal y Bertina Olmedo (2016)- han publicado varios datos importantes en torno a la aparición de estos objetos en contextos arqueológicos, su función y simbolismo durante el periodo Posclásico, y que todavía conocieron los primeros europeos que arribaron al Nuevo Mundo. Sin embargo, ¿desde cuándo se usaron en el México antiguo? ¿cuántos tipos de espejos existían? ¿significarían lo mismo para otras culturas?

Gordon Ekholm fue unos de los primeros investigadores que propuso clasificar los espejos mesoamericanos siguiendo un criterio que mezcla dos atributos: 1) su composición mineral, y 2) sus usos, condicionados por la capacidad de reflejar la luz. De esta manera estableció una crono-tipología acorde a los tres grandes periodos prehispánicos: Preclásico, Clásico y Posclásico. Con el paso de los años, los arqueólogos han descubierto más espejos, cuya materia prima y descripción se concentran en la siguiente tabla:

 

Materia prima

Descripción

Preclásico

 

Magnetita, hematita

Ilmenita, mica o yeso

Espejos cóncavos:

Hechos en una sola pieza (monomineral).

Producen fuego (espejos ustóricos).

Se portan como pectorales o diademas.

Clásico

 

Pirita, pizarra, mica y marcasita

 

Espejos de superficie plana:

Base de piedra, generalmente pizarra.

En la parte frontal se muestra un mineral brillante.

En la parte posterior se agregan diseños.

Se comienzan a portar en la parte posterior.

Posclásico

 

 

Turquesa, Obsidiana, cobre, plata y oro

Espejos de superficie plana:

Base de madera o piedra.

En la parte frontal se hace trabajo de mosaico.

Se mezclan técnicas lapidarias, metalúrgicas y hasta plumarias para su decoración.

Si presentan perforaciones, se portan en la parte dorsal.


Para este pasaje de investigación, nos centraremos en los espejos que elaboraron los teotihuacanos. A partir de un descubrimiento ocurrido en 1971 en una sección de la cueva de la Pirámide del Sol, el arqueólogo Tomás Villa Córdova (2010) decidió adoptar el nombre tezcacuitlapilli para explicar la presencia y simbolismo de esta clase de artefactos.

El ejemplar que se muestra en la foto principal es un disco de pizarra, de superficie pulida, aunque rugosa. Fue hallado en un entierro de La Ventilla, un barrio teotihuacano ocupado por artesanos multi-especializados. Su borde es biselado. Tiene dos pares de perforaciones cónicas diametralmente opuestas. Muestra grecas y barras. Fue pintado al seco, y todavía conserva los colores rojo, blanco y verde, con los que se marcó una banda de grecas.

Mtro. Edgar Ariel Rosales
Curador-investigador, MNA